martes, 28 de septiembre de 2010

El Abuelo, Plaza del Acebuchal.

En noviembre hará nueve años que se declaró Monumento Natural al conjunto de acebuches de una de las plazas de El Rocío y poco después se inventariaron como Arboleda Singular por su tamaño, edad e interés histórico y cultural.

Entonces se limitó el acceso a los árboles con vallas de madera como medida de conservación y nos quedamos sin aparcamientos a la sombra pero con el paso de los años hemos podido comprobar cómo mejoraba la plaza: tras la valla, sin la erosión de los coches, crece la hierba y el agua no arrastra tanta arena a la marisma. Ahora es más cómodo acercarse a verlos, recoger acebuchinas y flores caídas, descubrir sus truecas, elegidas quizá hace años por algún lince para criar o simplemente escuchar a los jilgueros y gorriones que los habitan.

El Abuelo, el que más tiempo lleva viviendo a orillas de la Madre de las Marismas, no presenta ahora la imagen que el visitante esperaría encontrar en un Espacio Natural Protegido de esta categoría, porque este verano se ha modificado ese límite: primero quitaron la valla lateral y nivelaron el suelo con albero y después la han vuelto a colocar pero mucho más cerca del tronco. Así que hemos visto las mesas del bar debajo y ahora coches aparcados de nuevo a su sombra.

Leyendo el Decreto 226/2001 sobre los Acebuches de El Rocío vemos que, por una parte no se especifica donde poner la valla alrededor de los árboles y por otra, se aclara que el transito o asentamiento de personas y animales dentro de esas zonas valladas es considerado incompatibles con la conservación del Monumento Natural. Entonces ¡¡mucho han tardado en retranquear la talanquera, no??

He podido comprobar entre mis compañeros y amigos los diferentes criterios que podemos aplicar para conservar lo mismo y lo poco que nos ayuda la norma a aclararnos a veces. A mí me gustaba más el aspecto que tenía antes del verano y mucho más el que puedo imaginar del bosque del que formaron parte pero el que hay ahora es el que queremos todos, por lo visto.

Confío en que a este monstruo de más de seiscientos años no le moleste lo más mínimo nuestras discrepancias y viva muchísimos años más porque para muchos de nosotros es (como dice un amigo mío) el “santuario vivo” de Doñana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario